En
el bazo no sólo se fabrica y retiene sangre y linfocitos, sino que
también se atesoran las fijaciones biográficas que construyen los
modelos de nuestros vínculos. De algún modo, el bazo, funciona como el
líder
de nuestras relaciones
transferenciales, esto es, de la presencia de la fuerza del pasado en el
presente, del ayer en el hoy.Es por eso que cuando éste rojizo órgano
no desarrolla adecuadamente su trabajo la memoria comienza a funcionar
obsesivamente y la persona queda ligada a experiencias de los tiempos
idos. Ideas y experiencias que en lugar de actuar facilitándole los
procesos se convierten en un estorbo mental que no le permiten avanzar
hacia ninguna otra dirección que no sea el girar, como una noria, sobre
sí misma. Los síntomas que entonces aparecen reflejan la presencia de
una pérdida de adaptación, una suerte de incapacidad para reaccionar
creativamente hacia una situación actual que requiere, para hacer tal
logro, que se abandonen modalidades de conducta ya inadecuadas. Si esto
lo llevamos, por ejemplo, al sistema inmunitario se puede comprender
como las reacciones alérgicas implican un compromiso emocional y
orgánico del bazo, un rechazo desproporcionado que no guarda relación
con el estímulo presente y que esta condicionado por una antigua
fijación que continua, imperativamente, actuando hoy.La fijación es una
detención en el desarrollo. Significa que nos hemos quedados
cristalizados en ese punto por haber abortado una experiencia en lugar
de vivirla, ya que sólo se puede dejar atrás algo que se ha vivido
intensamente. Pero esto que decimos acerca de la ”fijación” puede
mirarse desde el costado de “acción adecuada” y pensar que el bazo
permite aprender e incorporar, a nuestra vida, moldes útiles para
responder con eficiencia a las demandas de la realidad.
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